martes, 7 de enero de 2014

Ritmo.

Uno de los obstáculos que pueden presentarse en la actividad de relajación, reprogramación o meditación es la del ruido en su más amplia expresión, tanto exterior como interior. Junto al ruido existe la distracción, que debemos considerar siempre como un comportamiento de nuestra mente absolutamente normal y nada merecedor de opresión o rechazo. Ante ello existen dos recursos de interés:
1. Regresar a la práctica y recitación cuando nos demos cuenta de nuestra divagación.
2. Aprovechar el recurso del ruido. Esto es conocido en el yoga, la meditación e incluso en la oración cristiana. Se trata de aprovechar los ritmos de la vida, tanto exteroceptivamente (viento, lluvia, tic-tac del reloj, ruidos en general...) como propioceptivamente para recitar, meditar y, en nuestro caso, formular propósitos. Así pues, en posición de equilibrio, relajados y aunando las manos podemos concentrarnos en la respiración, latido, viento, etc para formular nuestros propósitos, meditar o relajarnos.

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