domingo, 24 de noviembre de 2013

El Entrenamiento Autógeno.

El Entrenamiento Autógeno (EA) fue creado por el neurólogo alemán Johannes Schultz en los años 30 del pasado siglo como una técnica terapéutica para la relajación, la modificación del subconsciente y la exploración del mismo. Se trata de un ejercicio basado en prácticas tradicionales (yoga, meditación) y en descubrimientos que tan en boga estuvieron desde finales del siglo XIX gracias a la investigación sobre la sugestión y los procesos neurológicos generales.


La técnica que el Dr. Schultz diseñó se basa en generar a través de la repetición de fórmulas mentales los pasos fisiológicos que se producen al entrar en el estado de duermevela. Así pues, el sujeto se tumba bocarriba, o se sienta dejando caer el tronco sobre los antebrazos apoyados en las piernas, y va repitiéndose a sí mismo, de forma positiva, sensaciones que pretende ir generando. En caso de que el sujeto no sea capaz de generar la respuesta fisiológica pretendida debe, antes de cada sesión, estimular tal efecto para generar un contenido de memoria fisiológica. Por ejemplo, si trata de que se produzca una vasodilatación periférica a través de la sensación de calor y no lo consigue, antes de cada entrenamiento vertirá agua tibia sobré los antebrazos, manos y pies para que cuando llegue la sesión genere tal sensación con facilidad.
Al principio de la técnica se irán repitiendo los pasos primero en las extremidades (siguiéndose el orden que se crea oportuno) convergiendo finalmente en el tronco. Conforme se vaya practicando se va llegando a una conversión autógena automática, es decir, el mero hecho de pensar en la palabra calor con tres o cuatro repeticiones crea dicha sensación (mi brazo… está caliente → mis miembros están calientes →calor).
Schultz dividió en dos grados su técnica. En el inferior conseguimos la relajación y formulamos propósitos para modificar el subconsciente y en el superior realizamos visualizaciones para conocer nuestro subconsciente y a nosotros mismos en general.


Grado inferior:

Inicio: Nos repetimos unas diez veces “estoy muy tranquilo y sosegado”. Al principio puede ser aconsejable repetir tal fórmula después de cada uno de los pasos abajo detallados. Cuando vayamos adquiriendo dominio sobre la sensación pasamos a “tranquilidad”.
1º Sensación de peso: se consigue la relajación muscular. Nos repetimos unas diez veces “mi brazo/pierna derecho/izquierdo está pesado”, pasando a todos los miembros y generalizando al tronco. Cuando vayamos adquiriendo dominio sobre la sensación pasamos a “estoy pesado” y de ahí a “peso”.
2º Sensación de calor: se consigue una vasodilatación periférica. Nos repetimos unas diez veces “mi brazo/pierna derecho/izquierdo está agradablemente caliente”, pasando a todos los miembros y generalizando al tronco. Cuando vayamos adquiriendo dominio sobre la sensación pasamos a “estoy agradablemente caliente” y de ahí a “calor”.
3º Sensación de ritmo cardíaco armónico: se consigue tranquilizar el ritmo cardíaco. Nos repetimos unas diez veces “mi corazón late tranquilo y vigoroso”. Cuando vayamos adquiriendo dominio sobre la sensación pasamos a “corazón”.
4º Sensación de respiración armónica: se consigue sosegar el ritmo respiratorio con profundidad. Nos repetimos unas diez veces “respiración muy tranquila. Cuando vayamos adquiriendo dominio sobre la sensación pasamos a “respiración”. Es necesario remarcar que el mero hecho de observar el ciclo inspiración-espiración sosiega de por sí.
5º Sensación de calor en el plexo solar: se consigue enriquecer la circulación en ese lugar del abdomen. Nos repetimos unas diez veces “mi vientre irradia calor”.
6º Sensación de mejora de circulación en la cabeza: se consigue armonizar la circulación, evitando que se congestione y se produzca sopor. Nos repetimos unas diez veces “mi frente está agradablemente fresca”.


Los propósitos:
Se trata de repetirnos - al principio después de cada paso del ejercicio y, posteriormente, cuando hayamos alcanzado la conversión autógena - unas diez o quince veces una fórmula para cambiar algo que esté anclado en el subconsciente y sepamos que nos produce un mal. El campo de acción es muy extenso, por tanto. Un ejemplo puede ser para evitar comer en exceso. Usaríamos, por ejemplo, el propósito “me siento a comer muy tranquilo”, o “comer despacio es muy fácil y agradable”, o “es fácil y agradable comer lo justo”. Schultz insistía en la necesidad de que fuesen propósitos en positivo, esto es, sin usar negaciones. Hay, no obstante, posiciones divergentes, por lo que parece aconsejable empezar por los positivos hasta alcanzar cierto dominio y luego jugar con la posibilidad de combinarlos con los negativos.

La práctica del nivel inferior se realizará en tres sesiones diarias, una al levantarnos y otra al acostarnos -aprovechando la entrada y salida al sueño- y otra a mediodía.

Grado superior.

 Se trata de trabajar con la visualización. Una vez completado el grado inferior empezamos a trabajar con imágenes. Al principio podemos visualizar un color, un objeto sencillo, un detalle, un paisaje y posteriormente un concepto. Desde este punto empezamos a trabajar con escenas y, finalmente, con objetivos, por ejemplo, sumergirnos en el mar para encontrar un tesoro tratando de representar así la inmersión en nuestro subconsciente y la exploración de lo que hay en él.
Una vez llegados al grado inferior nos repetimos “ante mis ojos se desarrolla una imagen”, “ante mis ojos se desarrolla…”.

El campo de aplicación de esta técnica es enorme y los resultados muy satisfactorios. Me permito recomendar el libro del Dr. Hannes Lindemann “Entrenamiento Autógeno. El Mejor Sistema de Relajación”, Col. Saber Más, Ed. Plaza y Janés, 1990.