domingo, 29 de julio de 2018

La piscina.

Si vemos cómo los niños aprenden a nadar nos daremos cuenta de que cuando están solos por primera vez en la piscina se agarran a un punto fijo y van haciendo tanteos hasta llegar al siguiente punto. Todos empezamos a familiarizarnos con el agua más o menos así. Cuando el niño llega al destino no es porque haya cambiado su creencia, sino porque ha ampliado su zona de confort.

En realidad es una buena enseñanza: para salir de nuestra zona de seguridad o certeza no solo podemos modificar nuestro subconsciente, sino que podemos hacer pequeños avances diarios, por minúsculos que parezcan, para liberarnos de esas rejas que, por miedo, nos atrapan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario