domingo, 24 de agosto de 2014

La mente preparada.

Reza un dicho zen que el maestro aparece cuando el discípulo está preparado. Ello equivaldría a la diferencia entre el optimista y el pesimista, pues más allá de consideraciones filosóficas, la valoración de un hecho es lo que el mismo es para nosotros, lo que nos hace sufrir, esperanzarnos, alterarnos o relajarnos e interactuar con el entorno. En este sentido la expectativa de un hecho condiciona la percepción de la realidad pues, aunque esta sucede y queda registrada en nuestra mente, la explicación y categorización de la misma condiciona ese pequeño porcentaje de nuestra mente que es nuestro consciente y, en concreto, la atención, de tal forma que somos capaces de encontrar caminos u obstáculos, oportunidades o dificultades.

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