miércoles, 30 de agosto de 2017

La disciplina de nuestras costumbres

En la maravillosa canción "In the Kingdom of the Blind the One-eyed are Kings" ("En el reino de los ciegos el tuerto es rey") del genial dúo Dead Can Dance leemos la frase que da el título de la entrada.


La disciplina que empleemos en determinadas conductas suele derivar en la afirmación de hábitos. Y por hábitos se entienden no solo conductas mensurables, físicas y visibles, sino también pensamientos. Imponernos a nosotros mismos un esfuerzo metódico (no obsesivamente metódico, claro está) por cambiar pensamientos autodestructivos (y, por ende, necesariamente irracionales) por pensamientos constructivos es una labor encomiable que puede cambiar nuestra vida.
Esos pensamientos que queremos reconducir se nutren abrumadoramente del subconsciente. Partiendo de allí, como ya quedó expuesto, necesitamos el hábito. El solo hecho de cambiar nuestra programación subconsciente desata que, cuando la nueva creencia haya sido aceptada, genere - a través del paso del tiempo - un nuevo hábito. Pero, nuestra acción consciente, racional, diaria y disciplinada multiplicará su efecto.
Si, por ejemplo, nos boicoteamos en nuestro tiempo de descanso trabajamos el propósito "merezco descansar" o "merezco ser feliz". Una vez integrado y mientras se genera un nuevo hábito podemos, si sentimos que, por hábito o costumbre, nos autosaboteamos en nuestros momentos de ocio podemos, de forma consciente, afirmarnos el propósito anteriormente trabajado.

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