Así reza un dicho Zen, que podemos contextualizar -en los parámetros del blog-
a la hora de formular propósitos. En efecto, en nuestra vida cotidiana encontramos, según las circunstancias o nuestra actitud, un obstáculo (molestia, agobio...). Esto constituye una llamada de atención. Debemos ver qué ocurre, cuándo, qué sentimos, por qué, qué nos gustaría ser o sentir y formularnos el propósito conforme a lo que ha estado siendo expuesto en el blog.
Un ejemplo puede ser hablar en público. Debemos ver cuándo sucede, qué se siente (agobio, miedo...), qué pensamos (voy a fallar, se van a reír de mí...) y/o qué nos gustaría sentir (me gustaría confiar en mis posibilidades...). A partir de ahí formulamos unos propósitos (cuando hablo en público estoy tranquilo y seguro, soy resuelto y capaz, transmito con facilidad mis ideas...) y los trabajamos según lo expuesto anteriormente.
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