Nuestra personalidad es el resultado de una serie de procesos, los cuales solidifican unas características que conforman un sistema. Se alimentan de nuestras primeras vivencias, tanto directas como vicarias, de nuestras experiencias y nuestras decisiones, formando una sólida estructura que se define a sí misma, al individuo y al entorno en toda su extensión.
La primera característica que nos puede llamar la atención de la personalidad es su función adaptativa. Es nuestra llave para encajar en el entorno. Esta característica lleva a una segunda función: la defensiva.
El problema es que muchas veces, nuestras creencias nos generan, como hemos visto, sufrimiento. Ese problema se agrava con la defensa que hace nuestra personalidad.
Todo camino que elijamos debe contar con esta defensa, es decir, no ser invasivo, sino aliarse con la personalidad.
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