Carol Dweck es una psicóloga y profesora universitaria estadounidense, famosa por plantear que existen dos actitudes o mentalidades (mindsets): el mindset rígido y el de crecimiento. En el primero, la persona se categoriza a sí misma, los otros y el mundo como algo fijo, y vive encerrada en estereotipos y cárceles mentales. En el segundo, la persona vive y piensa en unas coordenadas de perpetuo crecimiento, donde todo está abierto y lo que importa es crecer, superarse y avanzar, tanto en los objetivos sociales como personales, de forma ininterrumpida.
Este planteamiento ya fue tratado muchos años antes por el Club de Roma, cuando hablaba del aprendizaje innovador y el aprendizaje por shock o de mantenimiento.
La idea del crecimiento sin fin estaría, en el contexto de nuestro blog, enmarcado en la realidad abierta del ser humano, parte del entorno, sin límites estancos y en perpetuo fluir. Todo en la naturaleza está en un flujo continuo y, desde luego, no somos una excepción.
Así, nos hallamos siempre inmersos en un proceso constante de cambio y crecimiento personal y, a la vez, debemos estar comprometidos con ello. Cada día comporta nuevos retos y nuestros objetivos no deben ser algo definitivo, sino un amor incondicional al camino y al proceso, una aceptación de nuestra falibilidad como una guía para la mejora y una perspectiva inmensa de crecimiento a través de la reprogramación de nuestro subconsciente y hábitos, nuestros valores y nuestras decisiones conscientes.
Este planteamiento ya fue tratado muchos años antes por el Club de Roma, cuando hablaba del aprendizaje innovador y el aprendizaje por shock o de mantenimiento.
La idea del crecimiento sin fin estaría, en el contexto de nuestro blog, enmarcado en la realidad abierta del ser humano, parte del entorno, sin límites estancos y en perpetuo fluir. Todo en la naturaleza está en un flujo continuo y, desde luego, no somos una excepción.
Así, nos hallamos siempre inmersos en un proceso constante de cambio y crecimiento personal y, a la vez, debemos estar comprometidos con ello. Cada día comporta nuevos retos y nuestros objetivos no deben ser algo definitivo, sino un amor incondicional al camino y al proceso, una aceptación de nuestra falibilidad como una guía para la mejora y una perspectiva inmensa de crecimiento a través de la reprogramación de nuestro subconsciente y hábitos, nuestros valores y nuestras decisiones conscientes.
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