domingo, 27 de julio de 2014

A través del espejo.

La magia del espejo encierra la potestad de mostrarnos desde fuera, de vernos en tercera persona y, por tanto, siempre muestra algún rasgo o matiz que nos es desconocido. Esto se debe, lógicamente, a cuestiones propioceptivas -cómo nos sentimos y cómo nos vemos sin sentirnos-, pero también a que nos ofrece una imagen de lo que creemos ser, esto es, vernos a través del tamiz de nuestras creencias sobre nosotros mismos.


La virtud del espejo está presente también en lo que hacemos, nuestra actitud tónico-postural, nuestros tics, manías, filias, fobias, dichos, sentimientos, etc. Conocer al que está en el espejo es, más que ver el cuerpo y los gestos de nuestro reflejo, comprender cómo creemos ser, cómo estamos programados.

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