domingo, 16 de febrero de 2014

Escrito en el agua

En la excelente web www.iagua.es podemos leer "Ríos de Ibuprofeno", una magnífica entrada de Jairo Fernández en su blog, en la que se nos habla de la alta presencia de medicamentos en las aguas que hoy día consumimos o en las que nos bañamos, con su consiguiente repercusión en todo el medio ambiente. En efecto, desde los 90 se detectan en los análisis con cromatógrafos alta presencia de medicamentos que, dado su alto poder refractario, pasan los métodos de depuración al uso. Sorprende sobremanera que, junto a la presencia del ibuprofeno -lógica, dado el envejecimiento de la población y la alta efectividad antipirética, analgésica y antiinflamatoria de este fármaco-, aparezcan antidepresivos y anti-convulsionantes. Estos últimos, aparte de su relación con la epilepsia, vinculados al tratamiento farmacológico de los trastornos bipolares.

Ahondando más en los estudios encontramos el crecimiento exponencial en el primer mundo de este tipo de fármacos, lo cual nos induce a plantearnos varias cuestiones:
¿Estamos más expuestos en el primer mundo a agentes tóxicos de cualquier índole que nos provoquen estos trastornos o estamos delegando en estos fármacos nuestra propia resistencia y resiliencia y , en definitiva, nuestro propio crecimiento personal? No parece que en el mundo desarrollado las condiciones de vida sean sustantivamente peores que en el degradado, saqueado y maltratado tercer mundo, así que no es un dislate considerar que nuestro modo de vida nos conduce a una atrofia en nuestro crecimiento y desarrollo humanos, considerando -posiblemente- la enfermedad como la causa y no el efecto.

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