Émile Coué fue un farmacéutico y psicólogo francés. Fascinado por la hipnosis que tan en boga empezó a estar en la Francia de la segunda mitad del siglo XIX, descubrió que formulando propósitos positivos sobre un aspecto concreto, de una manera relajada y próxima a la duermevela, de una manera constante y repetitiva, se conseguía el cambio.
Esta simple técnica de autosugestión influida por prácticas hipnóticas y yóguicas tuvo gran auge y un éxito considerable, tanto en cuanto a sus seguidores como a sus resultados.
Un ejemplo puede ser el nocivo hábito de fumar. Si nos formulamos propósitos como "fumar me es totalmente indiferente" en una situación relajada varias veces al día, empezaremos por condicionarnos y sugestionarnos de tal forma que tal propósito se acabe cumpliendo.
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