La idea esencial cuando formulamos un propósito es reprogramar el inconsciente. Este actúa a través de pensamientos automáticos que son muchas veces indetectables, formando un repertorio de corte adaptativo con la única misión de la supervivencia. Un ejemplo de esto puede ser la capacidad que tenemos para superar ciertos retos. Hemos desarrollado un repertorio de creencias que actúan de forma automática, dándonos el poder y los mecanismos para superarlos. Ahora bien, estos pensamientos automáticos pueden ser programados desde nuestra infancia -como hemos visto- con un poder autodestructivo. Un ejemplo bastante socorrido es el "no puedo" que nos decimos ante situaciones en las que sabemos, y nuestro entorno significativo sabe, que estamos capacitados con holgura para superarlos.
En ese entorno entran los propósitos: se trata de reprogramarnos -valga el ejemplo de Coué, aunque iré exponiendo otros más desarrollados- para que el mensaje sea optimizador, de crecimiento, de adaptación. Se suele decir que los propósitos han de ser formulados de forma positiva (esto es, sin negaciones), aunque si somos capaces de dotarnos de un amplio repertorio de propósitos positivos conseguidos podríamos introducir alguno negativo conviviendo con uno positivo (por ejemplo para evitar la opinión cáustica de un desanimador profesional: "mi opinión es centrada y valiosa, ignoro la de x").
En todo caso, como ya he venido señalando, el quid es cómo acceder al software del inconsciente. He ahí una cuestión que iré desarrollando.
domingo, 29 de septiembre de 2013
domingo, 22 de septiembre de 2013
¿A quién amamos cuando nos amamos a nosotros?
Muchos gurús de la autoayuda proclaman de forma cansina la necesidad imperiosa de amarnos a nosotros mismos, lo cual -dicho sea de paso- es nada con sifón, puesto que el "yo mismo" no deja de ser algo laberíntico.
Podríamos decir que ese yo es grosso modo una conciencia de nuestra mente, cuerpo, historia personal, memoria genética (esto es, memoria de la especie) y condicionamientos genéticos. Se produce a un nivel consciente y otro subconsciente (el más fuerte, como hemos visto). Pero no podemos obviar la vis social del ser humano, para la cual -como cualquier otro mamífero- está programado.
Todo es un conjunto, pero partimos de la base de que la mente es el cerebro. Ahí es donde entra en juego el enorme poder subconsciente para limitarnos y sus consecuencias a nivel consciente. Ello implica la creación de un rol, un personaje o una máscara, que es la que -siguiendo tan vago consejo- acabamos tratando de amar.
El amor a uno mismo, auténtico y radical, es connatural al ser humano sano. No se dirige a ese yo construido, ni a un yo externo, de lo que podemos colegir que amar es amarse a uno mismo.
Podríamos decir que ese yo es grosso modo una conciencia de nuestra mente, cuerpo, historia personal, memoria genética (esto es, memoria de la especie) y condicionamientos genéticos. Se produce a un nivel consciente y otro subconsciente (el más fuerte, como hemos visto). Pero no podemos obviar la vis social del ser humano, para la cual -como cualquier otro mamífero- está programado.
Todo es un conjunto, pero partimos de la base de que la mente es el cerebro. Ahí es donde entra en juego el enorme poder subconsciente para limitarnos y sus consecuencias a nivel consciente. Ello implica la creación de un rol, un personaje o una máscara, que es la que -siguiendo tan vago consejo- acabamos tratando de amar.
El amor a uno mismo, auténtico y radical, es connatural al ser humano sano. No se dirige a ese yo construido, ni a un yo externo, de lo que podemos colegir que amar es amarse a uno mismo.
domingo, 15 de septiembre de 2013
Coué: la autosugestión y la formulación de propósitos.
Émile Coué fue un farmacéutico y psicólogo francés. Fascinado por la hipnosis que tan en boga empezó a estar en la Francia de la segunda mitad del siglo XIX, descubrió que formulando propósitos positivos sobre un aspecto concreto, de una manera relajada y próxima a la duermevela, de una manera constante y repetitiva, se conseguía el cambio.
Esta simple técnica de autosugestión influida por prácticas hipnóticas y yóguicas tuvo gran auge y un éxito considerable, tanto en cuanto a sus seguidores como a sus resultados.
Un ejemplo puede ser el nocivo hábito de fumar. Si nos formulamos propósitos como "fumar me es totalmente indiferente" en una situación relajada varias veces al día, empezaremos por condicionarnos y sugestionarnos de tal forma que tal propósito se acabe cumpliendo.
Esta simple técnica de autosugestión influida por prácticas hipnóticas y yóguicas tuvo gran auge y un éxito considerable, tanto en cuanto a sus seguidores como a sus resultados.
Un ejemplo puede ser el nocivo hábito de fumar. Si nos formulamos propósitos como "fumar me es totalmente indiferente" en una situación relajada varias veces al día, empezaremos por condicionarnos y sugestionarnos de tal forma que tal propósito se acabe cumpliendo.
lunes, 9 de septiembre de 2013
Líneas maestras
Llegados a este punto podemos esbozar ciertas líneas maestras sobre qué podemos hacer para sanar esos artículos de fe que nos dañan y nos condicionan.
1. El acceso a nuestra mente subconsciente y sus fórmulas debe hacerse de forma no invasiva, esto es, contando con su función defensiva.
2. La mecánica del cambio debe articularse contando con la unidad mente-cuerpo, con actividades y/o posturas que impliquen armonía (no excesiva relajación) y una adecuada atención.
3. Debemos refrendar en un nivel consciente todos los cambios que hagamos. Para ello tenemos los pequeños cambios: hábitos que, por muy insignificantes que parezcan, son como piezas del rompecabezas que hacen mutar las relaciones entre el resto y propiciar un posible cambio a gran escala.
1. El acceso a nuestra mente subconsciente y sus fórmulas debe hacerse de forma no invasiva, esto es, contando con su función defensiva.
2. La mecánica del cambio debe articularse contando con la unidad mente-cuerpo, con actividades y/o posturas que impliquen armonía (no excesiva relajación) y una adecuada atención.
3. Debemos refrendar en un nivel consciente todos los cambios que hagamos. Para ello tenemos los pequeños cambios: hábitos que, por muy insignificantes que parezcan, son como piezas del rompecabezas que hacen mutar las relaciones entre el resto y propiciar un posible cambio a gran escala.
martes, 3 de septiembre de 2013
Desanimadores profesionales.
Así, de sopetón, nos encontramos con esta imagen de la interesantísima web www.desmotivaciones.es, en la que se refleja a la perfección la idea de la entrada: ese grupo de personas que nos rodean, que muchas veces forman parte de nuestro entorno, cuya opinión refuerza, confirma e incluso articula nuestra zona de confianza. Estos boicoteadores, saboteadores e incluso vampiros emocionales buscan reforzarte en el rol que has adquirido, en tu asunción de lo que eres y es el mundo. Los motivos son varios: perversidad, incapacidad de aceptar el éxito y progreso ajeno o inseguridad (un cambio en ti puede suponer un cambio a un entorno al que tienen apego). En todo caso lo fundamental es señalar por qué son tan devastadores. La razón parece evidente: son el refuerzo de aquello que nos limita y que está en nuestra programación. Mejorar y crecer como seres humanos nos va a inmunizar contra estos desanimadores profesionales, pero hasta que lleguemos a un punto de estabilidad nos van a seguir influyendo.
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