Cuando tenemos creencias sobre nosotros mismos o el mundo enfocamos nuestra atención en la dirección que ellas marcan. Así, el optimista verá el vaso medio lleno al enfocar el mundo como un lugar lleno de esperanza y a sí mismo como alguien capaz y digno de ser feliz, y el pesimista medio vacío al enfocar el mundo como un lugar hostil y a él mismo como alguien incapaz e indigno de ser feliz.
Esto son las profecías de autocumplimiento. El pesimista enfocará mal sus relaciones, se centrará en lo malo y obtendrá las lógicas consecuencias, que valorará peor aún de lo que cualquiera haría. Al contrario le ocurriría al optimista, evidentemente.
Ello no quiere decir que al optimista puedan acontecerle adversidades, claro está. Pero su valoración de sí mismo y el mundo será diferente. Sufrirá menos, su reacción será más eficiente, su resiliencia fuerte y su recuperación mejor.
Ahí topamos con el meollo del problema: nuestras creencias y su génesis.
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