Bajo la fachada oportunista de una máscara, verso de Dead Can Dance, yace el verdadero rostro de lo que está oculto. Nuestros terrores y nuestros objetivos suelen llevar su cara cubierta.
¿Qué tememos del fracaso? ¿Qué obtendremos con el objetivo que tanto ansiamos? ¿Qué ocurrirá si abandonamos tal o cual costumbre? Tras sus caretas suelen anidar unos pocos sentimientos: amor, seguridad, pertenencia, sentido, aceptación ...
Enfocar este verdadero sentido de la búsqueda nos da pistas para el trabajo de reprogramación y sobre el origen verdadero de nuestras inquietudes.
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