miércoles, 30 de septiembre de 2020

Aceptación y fatalismo.


El gran final de la TREC es la aceptación incondicional de uno mismo, los demás y el mundo. Este gran fin es uno de los puntos fundamentales del zen. Sin ir más lejos en el libro "El zen sin maestros" de Camden Benares, se recogen estas palabras: "Después de la gran aceptación todos los votos suenan a campanillas".




El sentido fatalista de la aceptación, de dejarse llevar, choca frontalmente con la mismísima evolución, el cambio constante de la vida y nuestra propia naturaleza, plasticidad y adaptabilidad. Precisamente aquí hablaríamos más de esplín (como queda poéticamente expresado en la obra de Dead Can Dance "Spleen and Ideal") que de aceptación.




Lejos, pues, del esplín, la aceptación de nuestra naturaleza, nuestro propósito y nuestra adaptabilidad, de los demás y del mundo, nos ayuda a armonizarnos enteramente con el entorno, nosotros mismos e, incluso, nuestra especie.

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