Decía Marco T. Cicerón: "Mi conciencia tiene para mí más peso que la opinión de todo el mundo", y es así como debería ser para todos.
A lo largo del camino que lleva este blog recorrido (casi dos años) hemos estado viendo cómo se genera esa conciencia, cómo se arma la arquitectura subconsciente, que tan responsable es de lo que vemos, lo que vivimos y cómo lo hacemos. Pero, igualmente hemos visto que lo consciente nos da un margen de acción en el que tomamos nuestras decisiones, y cómo también con nuestro cuerpo en su totalidad es cómo vivimos y sentimos la vida.
Nada más fácil que psicopatizar a una sociedad, hacernos inmunes a escucharnos, vallar el insight (del que se hablará más adelante) y de, en definitiva, convertir al grupo humano, esa unión natural y comunión de seres entre sí, consigo y con el entorno, en una masa. Y es que el miedo, el embrutecimiento, el aislamiento, el consumismo y la cosificación (propia y ajena) hacen de la comunidad una masa manipulable. Llegamos así a la triste situación de que vivimos para las expectativas de los otros, por no haber podido encontrar las propias.
El método expuesto en este blog, y otros tantos,nos armonizan con nosotros mismos, nos ayudan a ser conscientes de qué barreras hay que quitar para vivir mejor y son útiles para escuchar nuestra propia conciencia, lo cual, por ende, es un quehacer para toda la vida; de forma individual, pero con un sentido colectivo.
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