Hacerse corresponsable y agente de cambio de nuestro entorno próximo nos va a proporcionar un contexto optimizante que nos hace mejores y más felices. Además, ese ecosistema es parte del gran medio ambiente y, sobre todo, el contexto emocional, tanto real como percibido.
Del mismo modo, pequeños gestos o palabras diarios, por muy esporádicos que puedan parecer, mejoran nuestra percepción, nuestro alrededor y nos ayudan en el profundo proceso de cambiar nuestra programación subconsciente.
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