Los juncos, carrizos o tifas nos muestran la virtud fundamental de saber ceder ante el viento sin perder las raíces, y esta alegoría puede ser útil para el hiato entre el trabajo con las nuevas creencias y su consolidación, puesto que en ese ínterin nuestros valores y orientación nos permitirán ceder solo aquello que el sentido del viento nos imponga para, una vez llegue el momento adecuado, brillar con el sol de la tarde.
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