Epicteto y Buda tienen en su discurso algunos puntos en común. Uno de extrema importancia es aquel que podemos llamar espacio interior o auténtico. Es este locus la realidad que está desde el momento del nacimiento hasta, por lo menos, la muerte. Ese punto es algo que está omnipresente de forma cotidiana, rodeado por el ruido del mundo y de la mente subconsciente y consciente. Ambos coinciden en que encontrar esa autenticidad es clave para hacernos dueños de nosotros mismos y tomar decisiones autónomamente y con el menor condicionamiento posible. Los dos nos vienen a decir que ese espacio es el que está conectado a la Realidad Última, sea Dios en el caso de Epicteto o Vacío en el de Buda.
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