La actividad abrumadora de nuestro cerebro primitivo nos hace presa, con frecuencia, de nuestras emociones. Evidentemente, la reprogramación del subconsciente es fundamental para que estas reacciones automáticas no nos imposibiliten obrar de modo acorde a nuestros valores y nuestra totalidad.
A nivel consciente es importante tener presente un faro, un propósito, una imagen, un motivo para cuando nos sentimos perdidos en el laberinto del mundo y nuestras pasiones. Esa luz que nos guía es más sólida si está anclada a una emoción y, evidentemente, si está relacionada con aquello con lo que programamos el subconsciente.
Es, a la hora de la verdad, más el proceso que el norte que nos dirige hacia ser.
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