El psiquiatra británico Steve Peters nos plantea en sus obras que cuando definimos aquello que deseamos ser en términos de valores y fines, nuestro cerebro mira en sí mismo, es decir, reconoce aquello que está en nosotros pero que las creencias nos impiden ser. En este sentido en el zen se insiste en abrir la caja del tesoro, esto es, saber que el fin último de todo lo que se busca está en uno mismo.
Un fenómeno paralelo se hallaría en el amor imaginado y no correspondido. Los japoneses llaman a este tipo de amor kataomoi (片思い) y expresan así bien la idea de pensar un amor por un solo lado. De esta forma los sentimientos, fundamentalmente si existen sin conocer bien a la persona, se rellenan de un acervo propio que está presente.
Por tanto, el amor, la confianza, la serenidad y demás están ya en nosotros y se trata de reconocerlos. Son pistas de por dónde nuestras creencias nos ensombrecen o impiden ser quienes, a fin de cuentas, somos ya.