Según el psiquiatra británico Steve Peters la mente humana, de acuerdo con los estudios, consta de tres partes:
El chimpancé: es emocional, basado en opiniones, paranoide y catastrofista. Busca la supervivencia y la procreación y su entorno es la jungla. Está, pues, basado en instintos e impulsos (tropa, alimento, ego, protección, instinto paternal, seguridad, territorio, sexo o poder) y se siente siempre vulnerable. Cuando entiende una amenaza responde instintivamente (huir, luchar o congelarse, lo que le lleva a sentir ansiedad). El chimpancé es cinco veces más fuerte que el humano, con lo cual -deduce Peters- no se puede controlar, sino manejar según un plan.
El humano: es contextual, racional, se basa en evidencias y busca objetivos personales y colectivos. Es honesto, compasivo, consiciente, autocontrolado y con un sentido vital.
El ordenador: actúa de forma automática en función de información, valores y creencias. Su velocidad es veinte veces superior a la del humano y está formado por el piloto automático (creencia o comportamiento constructivo), gremlins (creencias o comportamientos destructivos que se pueden cambiar), duendes (creencias o comportamientos destructivos fijos y, por lo tanto, muy difíciles de cambiar, que se adquieren según las vivencias ocurridas antes de los ocho años de vida) y la piedra de la vida (valores y creencias según los cuales vivimos nuestra vida). El ordenador es referencia para el humano a través del piloto automático, los gremlins, la piedra de la vida y la actitud o mindset. Se trataría en este aspecto de sustituir los gremlins por el piloto automático, perfeccionar la piedra de la vida y establecer una actitud constructiva. Es importante recalcar que tanto el humano como el chimpancé consultan constantemente el ordenador. Por ejemplo, cuando el humano y el chimpancé está relajados actuamos conforme a un programa automático.
Ante el entorno el chimpancé hace una oferta de acción al humano. No hay problema interno si se acepta, pero si no ocurre así surge el conflicto. En este caso se trataría de reconocer el impulso y encontrar una solución. Existen tres formas de manejar al chimpancé: ejercitarlo (dejarlo expresarse y escucharlo), enjaularlo o "la banana" (recompensa).
En el desarrollo de la personalidad concurren, junto con el modelo expuesto, el entorno, el desarrollo hormonal y la actitud hacia nosotros mismos, la gente y el mundo. No obstante, cabría remarcar un punto esencial en la teoría de Peters: la persona que queremos ser es la persona que ya somos y que no puede mostrarse tal cual por la interferencia del chimpancé.
A partir de aquí Steve Peters establece puntos de referencia en nuestra vida asemejándolos a cuerpos celestes:
- El planeta de los otros:
Se trata de acudir al humano a la hora de valorar a los demás, puesto que, mientras éste es racional a la hora de sacar una conclusión abierta, el chimpancé parte de una aseveración cerrada y busca refrendarla en el entorno. Para ayudar en este cometido, Peters acude a la regla de uno entre cinco, esto es, de cada cinco personas una nos acepta y estima hagamos lo que hagamos, otra nos rechaza hagamos lo que hagamos, y otras tres están en un terreno intermedio. Dentro de este planeta sitúa la luna de la tropa, es decir, intentar rodearnos de gente que nos apoye y que sea afectivamente significativa para nosotros. En todo caso es importante que nuestra tropa esté acorde tanto con el humano como con el chimpancé.
- El planeta de la conexión:
Existen cuatro formas de comunicarnos según ambos interlocutores operen desde/hacia el chimpancé o el humano. En todo caso es fundamental la comunicación con la persona correcta (momento, lugar, agenda y forma de comunicación correctas). La asertividad es una clave, la cual se basa en expresar en primera persona qué no queremos, cómo nos sentimos y qué queremos. Es importante que actuemos desde el humano, para evitar la pura emocionalidad del chimpancé que nos llevaría a una comunicación agresiva.
- El planeta del mundo real:
Dado que nuestro chimpancé vive en la jungla y el humano vive en la sociedad, es clave encontrar un propósito y un sentido vital.
• La luna del estrés inmediato: ante el estrés inmediato se puede optar por técnicas semejantes al STOPP, utilizar un piloto automático (usando una palabra o acción), hacer una pequeña pausa o ver las cosas en perspectiva.
• La luna del estrés crónico: junto a la petición de ayuda, cabe reafirmar una profundización en los puntos expresados hasta este punto.
- El planeta de las sombras y el cinturón de asteroides:
Se trata de remarcar que existen dos tipos de formas de operar. Cuando hay una disfunción es que la persona usa mal su mente y necesita apoyo, cuando funciona mal la mente es cuando existe una enfermedad y se necesita tratamiento.
- El planeta del éxito y sus tres lunas:
Es importante recordar que, mientras el chimpancé busca un éxito material, el humano busca un éxito basado en valores y cualidades.
• La luna regia: se trataría de reconocer quién marca los estándares del éxito y, por lo tanto, está al cargo. Se trataría de colocar la corona en la cabeza adecuada y marcar unas normas de vida.
• La luna C.O.R.E. -núcleo- (commitment, ownership, responsibility, excellence -compromiso, propiedad, responsabilidad, excelencia-). Se trata de tener un plan de acción estructurado.
• La luna de las zanahorias: esto es, utilizar la zanahoria para guiar y premiar al chimpancé.
- El planeta del éxito:
Se trata de soñar un objetivo y planificar los pasos y acciones para su consecución sin obviar, claro está, los condicionantes que puedan existir.
- El planeta de la felicidad:
En primer lugar, se trataría de definir qué es lo que nos hace feliz y de evitar sesgos cognitivos como el pensamiento dicotómico o la lectura del futuro. Ante ello nos debemos enfocar en nosotros mismos y lograr mejorarnos en vez de tratar de compararnos con un estándar.
• La luna de la seguridad:
La rutina proporciona gran seguridad al chimpancé y establecer planes para los problemas, que no miedos, no solo da estabilidad, sino que puede ayudar también al chimpancé.