El Entrenamiento Autógeno (EA)
fue creado por el neurólogo alemán Johannes Schultz en los años 30 del pasado
siglo como una técnica terapéutica para la relajación, la modificación del
subconsciente y la exploración del mismo. Se trata de un ejercicio basado en prácticas
tradicionales (yoga, meditación) y en descubrimientos que tan en boga
estuvieron desde finales del siglo XIX gracias a la investigación sobre la
sugestión y los procesos neurológicos generales.
La técnica que el Dr. Schultz
diseñó se basa en generar a través de la repetición de fórmulas mentales los
pasos fisiológicos que se producen al entrar en el estado de duermevela. Así
pues, el sujeto se tumba bocarriba, o se sienta dejando caer el tronco sobre
los antebrazos apoyados en las piernas, y va repitiéndose a sí mismo, de forma
positiva, sensaciones que pretende ir generando. En caso de que el sujeto no
sea capaz de generar la respuesta fisiológica pretendida debe, antes de cada
sesión, estimular tal efecto para generar un contenido de memoria fisiológica.
Por ejemplo, si trata de que se produzca una vasodilatación periférica a través
de la sensación de calor y no lo consigue, antes de cada entrenamiento vertirá
agua tibia sobré los antebrazos, manos y pies para que cuando llegue la sesión genere
tal sensación con facilidad.
Al principio de la técnica se
irán repitiendo los pasos primero en las extremidades (siguiéndose el orden que
se crea oportuno) convergiendo finalmente en el tronco. Conforme se vaya
practicando se va llegando a una conversión autógena automática, es decir, el
mero hecho de pensar en la palabra calor con tres o cuatro repeticiones crea
dicha sensación (mi brazo… está caliente →
mis miembros están calientes →calor).
Schultz dividió en dos grados su
técnica. En el inferior conseguimos la relajación y formulamos propósitos para
modificar el subconsciente y en el superior realizamos visualizaciones para
conocer nuestro subconsciente y a nosotros mismos en general.
Grado inferior:
Inicio: Nos repetimos unas diez
veces “estoy muy tranquilo y sosegado”. Al principio puede ser aconsejable repetir
tal fórmula después de cada uno de los pasos abajo detallados. Cuando vayamos
adquiriendo dominio sobre la sensación pasamos a “tranquilidad”.
1º Sensación de peso: se consigue
la relajación muscular. Nos repetimos unas diez veces “mi brazo/pierna
derecho/izquierdo está pesado”, pasando a todos los miembros y generalizando al
tronco. Cuando vayamos adquiriendo dominio sobre la sensación pasamos a “estoy
pesado” y de ahí a “peso”.
2º Sensación de calor: se
consigue una vasodilatación periférica. Nos repetimos unas diez veces “mi
brazo/pierna derecho/izquierdo está agradablemente caliente”, pasando a todos
los miembros y generalizando al tronco. Cuando vayamos adquiriendo dominio
sobre la sensación pasamos a “estoy agradablemente caliente” y de ahí a “calor”.
3º Sensación de ritmo cardíaco
armónico: se consigue tranquilizar el ritmo cardíaco. Nos repetimos unas diez
veces “mi corazón late tranquilo y vigoroso”. Cuando vayamos adquiriendo
dominio sobre la sensación pasamos a “corazón”.
4º Sensación de respiración
armónica: se consigue sosegar el ritmo respiratorio con profundidad. Nos repetimos
unas diez veces “respiración muy tranquila. Cuando vayamos adquiriendo dominio
sobre la sensación pasamos a “respiración”. Es necesario remarcar que el mero
hecho de observar el ciclo inspiración-espiración sosiega de por sí.
5º Sensación de calor en el plexo
solar: se consigue enriquecer la circulación en ese lugar del abdomen. Nos repetimos
unas diez veces “mi vientre irradia calor”.
6º Sensación de mejora de
circulación en la cabeza: se consigue armonizar la circulación, evitando que se
congestione y se produzca sopor. Nos repetimos unas diez veces “mi frente está
agradablemente fresca”.
Los propósitos:
Se trata de repetirnos - al
principio después de cada paso del ejercicio y, posteriormente, cuando hayamos
alcanzado la conversión autógena - unas diez o quince veces una fórmula para
cambiar algo que esté anclado en el subconsciente y sepamos que nos produce un
mal. El campo de acción es muy extenso, por tanto. Un ejemplo puede ser para
evitar comer en exceso. Usaríamos, por ejemplo, el propósito “me siento a comer
muy tranquilo”, o “comer despacio es muy fácil y agradable”, o “es fácil y
agradable comer lo justo”. Schultz insistía en la necesidad de que fuesen
propósitos en positivo, esto es, sin usar negaciones. Hay, no obstante,
posiciones divergentes, por lo que parece aconsejable empezar por los positivos
hasta alcanzar cierto dominio y luego jugar con la posibilidad de combinarlos
con los negativos.
La práctica del nivel inferior se realizará en tres sesiones diarias, una al levantarnos y otra al acostarnos -aprovechando la entrada y salida al sueño- y otra a mediodía.
Grado superior.
Se trata de trabajar con la visualización. Una
vez completado el grado inferior empezamos a trabajar con imágenes. Al
principio podemos visualizar un color, un objeto sencillo, un detalle, un
paisaje y posteriormente un concepto. Desde este punto empezamos a trabajar con
escenas y, finalmente, con objetivos, por ejemplo, sumergirnos en el mar para
encontrar un tesoro tratando de representar así la inmersión en nuestro
subconsciente y la exploración de lo que hay en él.
Una vez llegados al grado
inferior nos repetimos “ante mis ojos se desarrolla una imagen”, “ante mis ojos
se desarrolla…”.
El campo de aplicación de esta
técnica es enorme y los resultados muy satisfactorios. Me permito recomendar el
libro del Dr. Hannes Lindemann “Entrenamiento Autógeno. El Mejor Sistema de
Relajación”, Col. Saber Más, Ed. Plaza y Janés, 1990.